HABITAR LOS INTERSTICIOS. ARTE Y OTRAS REALIDADES
Teresa Grandas
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Algunas corrientes de vanguardia, en tanto que formas de investigación de lo abstracto, mantuvieron un fuerte vínculo con la revelación de otras formas de consciencia. Tanto el cubismo como el futurismo se interesaron por la hermenéutica y lo oculto. Muchos artistas participaron en sesiones espiritistas, en el caso de Italia, Giacomo Balla, Arnaldo Ginna o Enrico Prampolini son algunos ejemplos. El pintor Frantisek Kupka participó en este tipo de sesiones en tanto que médium. Interesado por la cuarta dimensión, también exploró la interpretación artística de la piel pétrea, la imagen del cuerpo a través de los rayos-x. Algunos de los artistas holandeses que se unirían alrededor de Die Stijl relacionaron la ciencia con la teosofía: el tríptico “Evolución” de Piet Mondrian es un buen ejemplo, siendo clave la influencia del matemático y teósofo M.H.J. Schoenmaekers sobre su trabajo; y en este contexto también fue significativo el trabajo de Elisabeth Stoffers. En el surrealismo confluyeron los campos magnéticos, lo hipnótico, el éxtasis y el automatismo. Sin embargo este interés no quedó reducido a las primeras décadas del siglo XX, sino que tuvo continuidad en las manifestaciones artísticas posteriores como en la expansión de energía que proponía lo cinético; en la psicodelia; en el interés por lo telepático que manifiestarían artistas como Robert Filliou o Robert Barry; o en las performances hipnóticas de Matt Mullican y más recientemente de Marcos Lutyens. Más allá del ámbito de la práctica del arte, son interesantes los transformadores de entorno que en 1968 desarrollaron el grupo de arquitectos Haus Rucker&Co., a través de dispositivos de distorsión perceptiva y expansión mental, distanciando a la arquitectura de su condición formal e inamovible.
Hypnos, dios de los sueños en la mitología griega, procuraba reposo tranquilo y sueños amables, pero su dominio era oscuro y atravesado por el río del olvido. El sueño o el trance son formas de acceso a otra dimensión. En el trance hipnótico o mediúmnico, la voluntad del sujeto quedaría abolida a través de diferentes formas de sugestión, permitiendo la emergencia de actividad mental inconsciente. El médium es el conducto por el que se manifiesta el espíritu a través de manifestaciones fluídicas, de la palabra, el gesto, la escritura o del dibujo. En 1911 Agustin Lessage estaba realizando su trabajo en una mina cuando sintió una voz en la oscuridad que le indicó que debía pintar. A partir de ese momento descubrió sus dotes de médium y exploró la comunicación y la relación con los espíritus, siguiendo las instrucciones de voces que le dictaban lo que debía plasmar en las telas. A pesar de carecer de formación artística alguna, realizó un gran número de obras, la mayoría grandes formatos en los que creaba retablos o formas piramidales compuestas por detalles muy minuciosos, que recuerdan a algunos dibujos de Wölfli. Estos dibujos fueron estudiados por los médicos como medio de comprensión de la expresión del inconsciente. El caso de Lessage asemeja bastante al caso que nos ocupa de Josefa Tolrà, y son bastantes los ejemplos de artistas cuya obra tiene relación con impulsos más allá de la propia consciencia. Sin embargo, quisiera mencionar a dos artistas contemporáneas a Tolrà cuyos trabajos me parecen especialmente destacables. Una de ellas es Hilma af Klimt (1862-1944), cuya formación artística e intelectual la había llevado a interesarse por el libro “La doctrina secreta” (1888) de Helena Blavatsky, por los trabajos de Leadbeter y Besant, así como por las teorías antroposóficas de Rudolf Steiner. Entre 1896 y 1906 realizó regularmente sesiones ocultistas con cuatro amigas junto a las que formó el grupo “De Fem” (las Cinco). De estas sesiones de espiritismo surgieron gran cantidad de cuadernos de textos y de dibujos, realizados en trance. Tras dos años de preparación guiada comenzó a pintar sus lienzos. Rudolf Steiner fue a conocer sus trabajos en 1908, pero se mostró crítico con las pinturas mediúmnicas, y tras este encuentro ella abandonó su actividad durante algún tiempo. Sin embargo, a partir de 1912 Hilma af Klint continuó su trabajo pictórico como médium en un intento de pintar lo que hay tras lo visible. Ella misma reconoció que su mano era guiada inicialmente; más tarde se inspiraría en las imágenes y palabras que percibía en su interior.
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(Fragmento, texto de catálogo)