Daniel Bonet
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En ciudades modernas como Londres, Paris o Nueva York proliferaban los círculos dedicados al Ocultismo, donde se mezclaban pretendidas enseñanzas esotéricas con la astrología y las más diversas mancias. Recordemos en este sentido que el escritor Arthur Conan Doyle, creador del celebre personaje Sherlock Holmes, fue un gran defensor del espiritismo tras la muerte de su hijo. Esa circunstancia, la pérdida de un ser querido y el deseo de comunicarse con él, parece que también pudo darse en el caso de JT.
Las tradiciones espirituales de Oriente empezaron igualmente a suscitar interés, aunque debido a la distancia geográfica y cultural, eran mal conocidas e interpretadas. El Teosofismo, fundado por HP Blavatsky, una rusa que había ejercido de médium en El Cairo y afirmaba estar en contacto con maestros secretos del Himalaya de quien recibía mensajes, se iba extendiendo. La Antroposofía de Rudolf Steiner , menos orientalista, se basaba en la obra científica de Goethe. Ambas escuelas sostienen que la realidad está constituída por diversos planos de mayor o menor sutilidad.
A principios del siglo XX, Cataluña no era ajena a esas corrientes ocultistas. Se publicaban libros de estos temas, se conocía el espiritismo y existían logias masónicas y grupos teosofistas. Parecía haber una necesidad vital de misteriosos bosques nocturnos bajo el brillo de la luna. La propia obra arquitectónica de Gaudí, telúrica y vegetal, así parece expresarlo.
¿Conocía JT estas teorías y le ayudaron a plasmar sus dibujos? ¿O bien buscó esos conocimientos a posteriori, para mejor entender sus visiones? Poco sabemos respecto a sus lecturas o personas que pudieron influenciarla en este sentido. Pero sí aparecen en sus anotaciones frases y definiciones que sugieren que efectivamente había un cierto conocimiento de tales cuestiones.
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(Fragmento, artículo de catálogo)