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Dessins fluidiques, Josefa Tolrà.

A l’occasion d’une session spéciale, réservée à des invités, la Sala Gaspar de Barcelone inaugure, au début de l’année 1956, une exposition des dessins de Josefa Tolrà.

Une activité programmée par les amis du Club 49, amateurs de la clandestinité et des labyrinthes de l’inconscient.  Artistes, mécènes, critiques et amis se réunirent pour visionner et admirer les dessins d’une femme quasiment octogénère, inconnue des milieux académiques et culturels, qui dessine des figures mystérieuses en état de transe. L’exposition est noturne, privée et courte. Une occasion exceptionnelle pour un personnage inédit.

Josefa Tolrà, «la merveilleuse dessinatrice Pepeta Tolrà de Cabrils», comme la décrit le critique Alexandre Cirici-Pellicer, est un personnage fascinant parmi les artistes du groupe Dau al Set et les membres du Club 49. Une artiste autodidacte qui commence à dessiner à ses 70 ans, sans soif de notoriété, loin du monde officiel de l’art, proche de l’univers astral.

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Josefa Tolrà, una revisión necesaria

David G. Torres
Con Josefa Tolrà pasa como con la mayoría de los descubrimientos. Están ahí, delante de los ojos de muchos, pero sólo unos pocos saben verlos, hasta que alguien los señala con énfasis, entonces es cuando llega algún otro y se los apropia. De momento, Pilar Bonet, comisaria de la esta exposición, en las salas Can Palauet de Mataró, señala con énfasis la existencia de esta extraña, curiosa, peculiar e interesantísima artista de la que por primera vez se muestra una amplia selección de su obra.

Josefa Tolrà nació en 1880 en Cabrils (un pequeño pueblo cerca de Mataró al norte de Barcelona), apenas tuvo acceso a la educación, empezó a trabajar en una fábrica textil muy joven, se casó, tuvo una hija y dos hijos, uno murió antes de la guerra y el otro en ella. Hasta aquí su historia no tiene nada de extraordinario, suma las limitaciones y desgracias que padecieron tantas mujeres de la época. La muerte de su segundo hijo la dejó trastocada: se llena de miedos, no puede dormir, hay voces que la persiguen por casa. Y aquí empieza lo extraordinario. Alguien, porque nunca acudió a un psiquiatra, le recomienda que dibuje y que escriba lo que oye. La Tía Pepeta, que es como se la conoce en Cabrils, con sesenta años, en 1942, empieza a llenar libretas con dibujos fabulosos. Nunca ha viajado, sólo una vez a Badalona para visitar a una médium, y sin embargo pinta escenas que transcurren en el Líbano. No ha tenido acceso a la educación, pero escribe sobre la teoría de los colores y sobre Cristo, Napoleón o el poeta Verdaguer. Sobre este último lo hace en catalán, pero, sobre los otros, en castellano, idioma que a duras penas habla cuando no está en trance, sólo cuando se comunica con lo que denomina los “seres de luz”. En la zona es conocida por sus dibujos y por ser una médium. Y debió de ser así como también llegó a conocerse entre la vanguardia catalana de aquellos años.

Seguramente fue el escultor Moises Villèlia o el dibujante Manuel Cuyàs, que residían en la zona, los que llamaron la atención sobre Josefa Tolrà a otros artistas. En la primera mitad de los años cincuenta, el crítico de arte Alexandre Cirici, el poeta y artista Joan Brossa y el artista Antoni Tàpies empiezan a visitarla. Evidentemente están interesados por todo lo que rodea lo oculto, lo hipnagógico y lo que de alguna manera continúa la línea surreal o lo que Jean Dubuffet llama art brut que tanto interesó a los artistas ligados a Dau al Set. Así que les llama la atención los dibujos esmerados y obsesivos en el trazo de Josefa Tolrà, sus superposiciones entre diferentes formas, la mezcla de narrativas, el relleno obsesivo hasta los márgenes o la escritura que se sobrepone al dibujo, y viceversa. A algunos de ellos, la artista/médium regala algún dibujo, nunca los vende. Y en 1956, Alexandre Cirici organiza su primera exposición en la galería Gaspar de Barcelona. En 1959 la artista muere. No será hasta 1998 cuando en el contexto de una exposición de asociaciones en Mataró, una de ellas, ACM (asociación para la cultura y el arte contemporáneo de Mataró) de la que Pilar Bonet también forma parte, vuelve a mostrar un dibujo de Josefa Tolrà. Entonces también hubo un encuentro extraordinario, una conversación de Joan Brossa sobre la artista.
(…)
Fragmento, ver artículo en El Cultural
http://www.elcultural.es/version_papel/ARTE/34007/Josefa_Tolra_una_revision_necesaria

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La mèdium

Manuel Cuyàs

Als anys cinquanta va córrer que a Cabrils, un poblet de muntanya del Maresme, hi havia una senyora gran amb poca o nul·la formació que quan tancava els ulls i sortia de si mateixa feia uns dibuixos com ningú n’havia vist mai. Els primers curiosos van entrar a casa seva amb un somriure sota el nas i en van sortir amb un posat seriós. La senyora, la Josefa Tolrà, pagesa, no enganyava i els seus dibuixos i pintures, fets exclusivament en estat de trànsit i sense que ella en pogués donar raó quan es despertava, eren de debò extraordinaris, poblats de personatges entre innocents i inquietants que miraven sense mirar. L’escultor de canyes Moisès Villèlia, que llavors es bellugava per Mataró, va ser un dels visitants meravellats i ho va anar a explicar a Barcelona. Al cap d’uns dies, alguns membres del Dau al Set, amb Joan Brossa al capdavant, es feien presents a la casa de Cabrils. Jo em penso que també els dominava al primer moment una certa incredulitat i ganes de fer barrila, però sigui perquè eren del Dau al Set i per tant sensibles a la màgia i als fenòmens estranys o perquè van quedar sincerament parats, el cas és que van córrer a organitzar una exposició nocturna i mig clandestina amb obra de la mèdium a la Sala Gaspar de Barcelona. El crític Alexandre Cirici la va presentar. Parlem de la millor sala d’exposicions llavors i del crític més fiable. També una mica esnob, però que no arriscava el prestigi per una bruixa.
A Mataró es presenta fins al març una antològica de Josefa Tolrà, amb alguns quadres cedits pel Reina Sofía de Madrid. Sí senyor, al Reina Sofía de Madrid, i al contrari dels centres d’art catalans, tenen fins a cinquanta dibuixos i pintures de la mèdium de Cabrils. El que no sé és on situen l’obra ni per què es troba en aquell museu d’art contemporani i no en un altre. Josefa Tolrà és dels cinquanta, cert, però l’obra que va produir tant podria exhibir-se en un museu d’art romànic com al costat de Rousseau el Duaner o de Munch. La mà misteriosa que guiava la de la senyora Tolrà, de quina època passada, present o futura venia? En Dani Montlleó, que ha col·laborat en el muntatge dirigit per Pilar Bonet, em feia observar un gos que podria ser obra de Barceló. Sí, i d’un frontal d’altar de la Vall de Boí. I d’un estil que encara s’ha de crear.
Jo acabo aquí, amb espai només per dir que no se la perdin si volen visitar els llimbs, que és un indret molt poc explorat.

El Punt Avui. Comarques Gironines 18-01-2014 Pàgina 18
El Punt Avui. Nacional 18-01-2014 Pàgina 2

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Viva la Pepeta!

Irina Mutt

Estos días se puede ver en Can Palauet de Mataró la exposición de dibujos de Josefa Tolrá, médium y artista, más conocida como Pepeta. Previos tanteos para dar a conocer su obra, los hubo. Como en la Sala Gaspar, en 1956 y a cargo de la asociación cultural Club 49. Esa primera exposición fue para círculos reducidos, entre ellos, miembros de Dau al Set, algunos de los cuales a partir de conocer su obra y sus dotes como médium, la fueron visitando en Cabrils, donde ella residía. Aunque tal vez, esto no sea importante.

Como tampoco no es muy importante que el Museo Reina Sofía haya conservado y dado a conocer la vida y obra de Pepeta legitimándola por recibir visitas de Tàpies o estar loca. Porque para la ciencia ortodoxa, lo de hablar con el más allá y ser médium suena raro, en cambio, la etiqueta ’’loca’’ está abalada por la psiquiatría. Lo mismo para la historia y los museos: ser mujer artista y estar tronada, queda muy bien y evita tener que replantear los discursos dominantes.

Tal vez, lo importante a la hora de acercarse a Pepeta, es alejarse de los discursos dominantes y la presunción del mundo del arte. Y presentar así un personaje más real, menos estrafalario pero más complejo.

La Pepeta era una payesa de Cabrils. Apenas sabía leer y escribir. Una mujer que ya mayor, perdió a sus dos hijos en la guerra civil. La pena de que la precediera la muerte de sus hijos fue la de una madre en estos casos; enorme y para siempre. Pero su proceso para apaciguar el dolor fue místico, artístico y libertario.

Místico porqué empezó a recibir mensajes y ver imágenes del más allá, un universo o realidad paralelos. A la manera de las místicas medievales; si no tienes acceso a los textos sagrados, lo divino aparece en la naturaleza y la comunicación se establece a través del propio cuerpo.

Artístico porque lo dibujaba: seres de ojos enormes vestidos con estampados alucinados, escenas de la historia o la biblia interpretadas con sensualidad y repletas de frutos y flores. A veces, las imágenes pedían ser bordadas.

Y en esta producción de imágenes lo que contaba era el mismo proceso de explicar lo que no se puede comprender a través de símbolos reconocibles para el común de los mortales. Caras, ojos y manos, paisajes y animales que vibran en otra sintonía, pero siguen siendo contingentes, narran historias.

También todo ello tenía un tono libertario, porque no tenia más intención que lo filantrópico. A menudo escribía en sus dibujos mensajes de hermandad, y sus dotes como médium servían para ayudar a la gente de su pueblo y entorno. Y porque se salta cualquier jerarquía; ni instituciones religiosas mediando en lo espiritual, ni academia artística para validar su obra. Una versión suavizada y panteísta del ’’ni dios ni amo’’ anarquista, esta vez encarnado por una mujer pobre, sin estudios y rural.

Ser médium, dibujar y tejer, sin más, siendo mujer, mayor, de pueblo y en la posguerra. Según como la cuentas, la historia de la Pepeta, puede parecer naif, increíble, sin más fundamentos que la obra producida y las historias orales que sus descendientes aún recuerdan.

Aunque toda historia nos puede servir para plantear quién la cuenta, dónde se gestiona y guarda el conocimiento y como se convierte este en verdad. Tal vez, lo importante sea que no hay tal verdad, o que quien la conoce, no puede decirla, solo estar en ella.

http://www.a-desk.org/highlights/Viva-la-pepeta.html

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La médium Josefa Tolrà en las salas del MNCARS de Madrid. Texto de Pilar Bonet.

UNA VIDENTE EN EL MUSEO DE ARTE CONTEMPORÁNEO
Pilar Bonet

En la sala 401 del MNCARS de Madrid, en el contexto de la presentación de la ‘Colección 2’ del museo (¿La guerra ha terminado? El arte en un mundo dividido, 1945-1968), se exhiben seis dibujos de una autora llamada Josefa Tolrà. Comparten sala con diversas obras de artistas internacionales relacionados con el Art Brut y otras sintaxis visuales lateralizadas de los cánones oficiales del arte de la postguerra europea (Brassaï, Fautrier, Michaux, Hartung, Wols, Dubuffet).

Junto a las formas oscuras, matéricas y siniestras de las obras de esta sala, los dibujos de Josefa Tolrà destilan espiritualidad, ligereza, luz, gran libertad de trazo y una iconografía particular donde se escenifican imaginarios que van de las escenas populares a las visiones cósmicas. Sus personajes casi etéreos están tejidos con líneas de colores y filigranas decorativas que proyectan espacio a través de la sobreposición de planos y figuras.

MNCARS. Sala 401. Dibujos de Josefa Tolrà (1980-1959)

¿Quién es esta autora? La única referencia que consta en la hoja de sala y en el descriptor de la audio guía indica que se trata de una artista nacida en Cabrils (1880-1959) y que realizaba los dibujos durante su estancia en un hospital psiquiátrico. Así mismo indica que fue visitada y admirada por los artistas del grupo Dau al Set: ‘La imaginación desinhibida de Josefa Tolrà (1980-1959), desplegada desde su reclusión psiquiátrica, recibirá la atención fascinada de los componentes de la vanguardia catalana de Dau al Set a finales de los cuarenta’. Nada más.

Breve presentación que incluye una incorrección interesante: Josefa Tolrà nunca estuvo en un hospital psiquiátrico ni recibió atención médica o tratamiento alguno por patologías mentales. Ni loca, ni marginada, ni infantil; una mujer casi analfabeta y campesina que encuentra en el dibujo y entre los trazos caligramáticos de su escritura la serenidad interior contra la malura de la pérdida de sus hijos: sólo cuando dibujo me siento en paz, comentaba.

A pesar de esta sucinta información en sala, los dibujos son apreciados por los visitantes, generando numerosos comentarios y gran admiración entre los espectadores que reconocen en los dibujos una fuerza singular y extraña. Quizás nada nuevo, pero sí algo un poco diferente en el conjunto de la colección de arte contemporáneo.

Después de años de silencio y olvido, las obras de esta autora desconocida se ofertan a la contemplación del público (en la colección del museo hay un total de 37 obras) y se legitiman como arte en el contexto de la institución. La voluntad crítica que ha mediado en la exhibición de estas obras, por parte de la dirección del centro, merece un gran reconocimiento por su valentía de exponer a una artista inédita. Esta actuación del museo nos presta la oportunidad de seguir trabajando en la catalogación y la lectura crítica de una mujer ajena al mundo académico del arte y las letras pero capaz de producir casi un centenar de dibujos, escribir numerosas libretas con textos sobre historia o filosofía, bordar telas y conversar sobre arte. Actividades que llevaba a cabo para su sosiego interior y guiada por los estados de trance que le permiten entrar en comunicación con seres más allá del mundo material. Dotada de singulares capacidades psíquicas, Josefa Tolrà dibuja y nos pone en contacto con la angelitud: la médium en el museo!

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