Archivo de la etiqueta: guía espiritual

Josefa Tolrà, casada con Jaume Lladó

Su vida comenzó como la de tantas chicas de Cabrils, propia de una humilde familia trabajadora. Cursó estudios primarios, donde aprendió a leer y escribir, y, cuando llegó el momento colaboró en la economía familiar trabajando en la fábrica de tejidos del pueblo. A través de amigos comunes, conoció a Jaume Lladó, un joven agricultor con el que se casó.

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Rúbricas, iniciales y leyendas en los dibujos de Josefa Tolrà

En el reverso de un dibujo de Josefa Tolrà: «Noviembre año 1945. Dibujo sacado de la luz del progreso Espiritual inspiración. Representa arte arquitectónico año 1234»

Las iniciales P. LL corresponden a su hijo Pere Lladó, fallecido. JT corresponde a Josefa Tolrà. El medallón que prende de las iniciales representa un ser de luz.

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Dessins fluidiques, Josefa Tolrà.

A l’occasion d’une session spéciale, réservée à des invités, la Sala Gaspar de Barcelone inaugure, au début de l’année 1956, une exposition des dessins de Josefa Tolrà.

Une activité programmée par les amis du Club 49, amateurs de la clandestinité et des labyrinthes de l’inconscient.  Artistes, mécènes, critiques et amis se réunirent pour visionner et admirer les dessins d’une femme quasiment octogénère, inconnue des milieux académiques et culturels, qui dessine des figures mystérieuses en état de transe. L’exposition est noturne, privée et courte. Une occasion exceptionnelle pour un personnage inédit.

Josefa Tolrà, «la merveilleuse dessinatrice Pepeta Tolrà de Cabrils», comme la décrit le critique Alexandre Cirici-Pellicer, est un personnage fascinant parmi les artistes du groupe Dau al Set et les membres du Club 49. Une artiste autodidacte qui commence à dessiner à ses 70 ans, sans soif de notoriété, loin du monde officiel de l’art, proche de l’univers astral.

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La médium Josefa Tolrà en las salas del MNCARS de Madrid. Texto de Pilar Bonet.

UNA VIDENTE EN EL MUSEO DE ARTE CONTEMPORÁNEO
Pilar Bonet

En la sala 401 del MNCARS de Madrid, en el contexto de la presentación de la ‘Colección 2’ del museo (¿La guerra ha terminado? El arte en un mundo dividido, 1945-1968), se exhiben seis dibujos de una autora llamada Josefa Tolrà. Comparten sala con diversas obras de artistas internacionales relacionados con el Art Brut y otras sintaxis visuales lateralizadas de los cánones oficiales del arte de la postguerra europea (Brassaï, Fautrier, Michaux, Hartung, Wols, Dubuffet).

Junto a las formas oscuras, matéricas y siniestras de las obras de esta sala, los dibujos de Josefa Tolrà destilan espiritualidad, ligereza, luz, gran libertad de trazo y una iconografía particular donde se escenifican imaginarios que van de las escenas populares a las visiones cósmicas. Sus personajes casi etéreos están tejidos con líneas de colores y filigranas decorativas que proyectan espacio a través de la sobreposición de planos y figuras.

MNCARS. Sala 401. Dibujos de Josefa Tolrà (1980-1959)

¿Quién es esta autora? La única referencia que consta en la hoja de sala y en el descriptor de la audio guía indica que se trata de una artista nacida en Cabrils (1880-1959) y que realizaba los dibujos durante su estancia en un hospital psiquiátrico. Así mismo indica que fue visitada y admirada por los artistas del grupo Dau al Set: ‘La imaginación desinhibida de Josefa Tolrà (1980-1959), desplegada desde su reclusión psiquiátrica, recibirá la atención fascinada de los componentes de la vanguardia catalana de Dau al Set a finales de los cuarenta’. Nada más.

Breve presentación que incluye una incorrección interesante: Josefa Tolrà nunca estuvo en un hospital psiquiátrico ni recibió atención médica o tratamiento alguno por patologías mentales. Ni loca, ni marginada, ni infantil; una mujer casi analfabeta y campesina que encuentra en el dibujo y entre los trazos caligramáticos de su escritura la serenidad interior contra la malura de la pérdida de sus hijos: sólo cuando dibujo me siento en paz, comentaba.

A pesar de esta sucinta información en sala, los dibujos son apreciados por los visitantes, generando numerosos comentarios y gran admiración entre los espectadores que reconocen en los dibujos una fuerza singular y extraña. Quizás nada nuevo, pero sí algo un poco diferente en el conjunto de la colección de arte contemporáneo.

Después de años de silencio y olvido, las obras de esta autora desconocida se ofertan a la contemplación del público (en la colección del museo hay un total de 37 obras) y se legitiman como arte en el contexto de la institución. La voluntad crítica que ha mediado en la exhibición de estas obras, por parte de la dirección del centro, merece un gran reconocimiento por su valentía de exponer a una artista inédita. Esta actuación del museo nos presta la oportunidad de seguir trabajando en la catalogación y la lectura crítica de una mujer ajena al mundo académico del arte y las letras pero capaz de producir casi un centenar de dibujos, escribir numerosas libretas con textos sobre historia o filosofía, bordar telas y conversar sobre arte. Actividades que llevaba a cabo para su sosiego interior y guiada por los estados de trance que le permiten entrar en comunicación con seres más allá del mundo material. Dotada de singulares capacidades psíquicas, Josefa Tolrà dibuja y nos pone en contacto con la angelitud: la médium en el museo!

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Josefa Tolrà, apuntes biográficos.

LA FUERZA FLUÍDICA DE JOSEFA TOLRÀ
Sandra Martínez, Eulàlia Salvador

Josefa Tolrà Abril nació el 8 de enero de 1880, en el pequeño pueblo de Cabrils, situado en el Maresme. Su vida empezó como la de tantas chicas de familia humilde y trabajadora. Cursó estudios primarios, aprendió a leer y a escribir y, cuando llegó el momento, colaboró con la economía familiar trabajando en la fábrica textil del pueblo.

A través de amigos comunes Josefa conoció a un trabajador del campo, Jaume Lladó. Se casaron y ella dejó la fábrica para dedicarse a la familia y ayudar a su marido. Fruto de este matrimonio nacerían sus tres hijos: Joan, Maria y Pere.

El destino hizo que con solo 14 años, después de una larga enfermedad, fallezca su hijo menor, Pere. Josefa, a pesar de ser muy creyente, sufrirá una grave depresión, aunque con el tiempo conseguirá sobreponerse. Pero en 1936 estalla la Guerra Civil Española y su hijo mayor Joan muere durante la contienda. Cuando se enteran de la terrible noticia, madre e hija se abrazan, llorando, en silencio. No hay gritos, no hay rabia. Únicamente dolor. Es ese dolor precisamente, el que hace que algo extraño ocurra. Se abre una sorprendente vía de comunicación con “los seres de luz” o “los de arriba”, como ella les denominaba, impulsada por la Fuerza Fluídica, tan presente en sus textos y obras.

Al principio Josefa tenía miedo porque no comprendía lo que estaba ocurriendo. El miedo hizo que no quisiera quedarse sola, ya que figuras y voces intentaban comunicarse con ella. Cuando explicó lo que ocurría a su familia, lejos de pensar que estaba enferma, la apoyaron en todo momento y la invitan a escribir y pintar lo que esas voces y esas caras le dictan. Así, el miedo desaparece

Con 60 años empieza a hacer garabatos con una libreta y un bolígrafo. Garabatos y más garabatos, como una escritura automática. Llena varias libretas con estos extraños símbolos que poco a poco van evolucionando. Finalmente los grafismos se convirtieron en formas definidas. Escribe e ilustra una gran cantidad de libretas con mensajes comunicados directamente por “los seres de luz” y, en muchas ocasiones firmados también por ellos. Lo más sorprende es que nuestra protagonista nunca salió de Cabrils, solo en una ocasión para ir un día a Badalona a visitar una médium. No tenía acceso a libros, ni cursó estudios, pero en sus libretas escribe poesías, habla de ciencia, de lugares lejanos (como por ejemplo el Líbano) o de hechos históricos? Estos textos los acompaña de sorprendentes y maravillosos dibujos. Algunos representan escenas cotidianas, otros retratos de personajes como Marconi, Jacint Verdaguer o Napoleón Bonaparte.

Las libretas dieron paso a dibujos realizados en láminas. Su hija Maria, que trabajaba en la fábrica textil en la que también estuvo su madre, le facilitaba los rotuladores, lápices, bolígrafos y papeles. Estos dibujos están hechos en hojas de papel de diferentes tipos, incluso algunos en el reverso de papel charol. No disponían de más pero a Josefa no le importaba, lo único que quería era pintar. “Solo pintando me siento feliz” dijo en más de una ocasión.

(Fragmento, artículo catálogo)

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